En los dos siglos que han transcurrido desde que declaró su independencia en 1825, Bolivia ha tenido en promedio un nuevo gobierno cada 26 meses y medio.
Bolivia acaba de sumar un capítulo peculiar a su larga historia de turbulencias políticas, que incluye desde golpes militares hasta sombrías conspiraciones.
El presidente boliviano, Luis Arce, denunció el miércoles "un intento de golpe de Estado" después de que un grupo de militares avanzara por el centro de La Paz hasta irrumpir por la fuerza en el Palacio Quemada, la antigua sede de gobierno.
La tensión se resolvió después que Arce cambiara a la cúpula militar del país, los soldados movilizados volvieran a los cuarteles y su líder, el general Juan José Zúñiga, fuera arrestado.
Mientras eso ocurría surgieron voces de respaldo a la democracia a lo largo de todo el espectro político que, por cierto, contrastan con el pasado del país como un lugar propicio a derrocamientos de gobierno.
“Bolivia es el país con más intentos de golpe de Estado en el mundo entre 1950 y el presente”, dice Jonathan Powell, un experto de la Universidad de Kentucky en inestabilidad política.
Sin embargo, distintos analistas expresan sorpresa por lo que ocurrió en el país sudamericano el miércoles.
En los dos siglos que han transcurrido desde que declaró su independencia en 1825, Bolivia ha tenido en promedio un nuevo gobierno cada 26 meses y medio.
Un estudio global realizado por Powell y Clayton Thyne, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Kentucky, señala que desde 1950 hasta el pasado martes el país sumaba 23 casos de golpes de Estado.
Eso incluye 11 golpes exitosos, definidos como los que permitieron a sus impulsores controlar el poder por lo menos durante una semana, y 12 intentos fallidos.
La década en que Bolivia registró más golpes fue 1970: ocho consumados o intentados, en algunos años con dos casos seguidos.
El historiador boliviano Manuel Contreras, miembro de la Academia Boliviana de la Historia, atribuye ese pasado fundamentalmente a factores internos del país, desde la ausencia de una institucionalidad sólida hasta “un Ejército poco profesional que se presta a este tipo de aventuras”.
“Por lo menos en la década del ’70 el Ejército era percibido como ente de desarrollo”, dice Contreras a BBC Mundo. “Pensaban que tenían un rol que jugar en el desarrollo del país; eso ha cambiado”.
Entre los dictadores de la época estuvo el general Hugo Banzer (1971-1978), quien derrocó a un militar que gobernaba de facto, reprimió con dureza a movimientos sociales, aumentó fuertemente el endeudamiento externo y cayó a su vez en un golpe organizado por otro general.
Siguieron varios gobiernos militares y civiles con nuevos episodios de violencia y atropellos de los derechos humanos, incluido el asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga durante el golpe que colocó en el poder al general Luis García Meza en 1980.
Distritos especialistas destacan empero que la seguidilla de golpes de Estado en Bolivia se cortó tras el inicio del gobierno constitucional de Hernán Siles Suazo en 1982, que abrió un largo período democrático, aunque el país siguió viviendo conflictos internos y crisis políticas.
Uno de esos momentos críticos fue en 2019, cuando el entonces presidente socialista Evo Morales buscó ser reelecto tras casi 14 años en el poder y denunció un golpe de Estado en su contra, una afirmación que algunos comparten y otros rechazan.
Morales anunció su renuncia después que los militares le sugirieran hacerlo en medio de protestas callejeras y señalamientos de irregularidades en su victoria electoral por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La nueva denuncia de un intento de golpe en Bolivia lanzada el miércoles por el presidente Luis Arce llamó la atención de distintos observadores.
“Esto me sorprendió bastante”, señala Thyne, uno de los coautores del estudio global sobre golpes de Estado en el mundo.
“La OEA y una norma más antigolpista en general se han afianzado en América Latina, haciendo que cualquier golpe en la región sea bastante chocante. Bolivia ha sido una democracia desde 1982 y parecía haber pasado la agitación electoral más reciente de 2019-20”, dice el experto a BBC Mundo.
Zúñiga, que había sido destituido el martes como jefe del Ejército boliviano por unas declaraciones amenazantes que formuló contra Morales, declaró durante la asonada que “las Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia, que sea una verdadera democracia”.
Pero su movimiento careció de apoyo de otros sectores militares y más tarde el propio general acusó al presidente Arce de haberle dicho que sacara los blindados a la calle para aumentar su popularidad en medio de la crisis económica y política que atraviesa el país.
Thyne dice que eso es “una de las acusaciones más tontas” que ha oído. “Hay millones de formas mejores de estimular el apoyo político. Esto sólo demostró la debilidad de un presidente que ya tenía dificultades para mostrar fortaleza”, señala.
En cambio, el historiador Contreras considera posible que el gobierno haya intentado un autogolpe.
“Este gobierno es tan débil y la situación es tan delicada que cualquier cosa puede ser”, sostiene.
En los últimos meses Bolivia tuvo protestas callejeras y bloqueos de carreteras en medio de una escasez de dólares, una caída de las reservas internacionales y crecientes dificultades para importar combustibles.
A eso se añade una disputa dentro del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) entre Arce y Morales, quien pretende volver a la presidencia en las elecciones de 2025 pese a las dudas que esto genera desde el punto de vista legal.
Jean Pierre Lavaud, un sociólogo francés que ha investigado los procesos sociopolíticos de Bolivia, considera que en el país “los actores principales de inestabilidad de la época (pasada) no son los mismos que ahora”.
“El gran problema actual”, dice Lavaud a BBC Mundo, “es creado por la lucha interna en el MAS”.
“No sabemos qué va a pasar”, concluye. “Bolivia siempre es sorprendente”.
(Imágenes: EPA, Getty Images, AFP)
PURANOTICIA // BBC MUNDO