Una camioneta Range Rover conducida por George Álvarez lo embistió, junto a otras 20 personas que esperaban en una parada de autobús frente a un refugio de personas sin hogar.
Una hora antes de que ocurriera el atropello en el que el pasado domingo murieron 8 migrantes en Brownsville (Texas), el venezolano Ender Mata García se había comunicado con sus familiares para decirles que estaba bien.
A las 8:30 a.m. hora local (13:30 GMT), una camioneta Range Rover conducida por George Álvarez lo embistió, junto a otras 20 personas que esperaban en una parada de autobús frente a un refugio de personas sin hogar. El sospechoso está detenido. Para Ender todo cambió.
A cuatro días del atropello, su estado de salud es crítico. El joven de 23 años se encuentra en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Valley Regional Medical Center de Brownsville (Texas) y su familia en Venezuela está tratando de obtener una visa humanitaria para viajar a EE.UU. a cuidar de él.
"Sólo pido estar con mi hijo", le dice a BBC Mundo, Elizabeth García, madre de Ender, quien vive en los Valles del Tuy, a unos 40 kilómetros de Caracas. "Lo poco que sé es que tiene una fractura en la clavícula, que su cerebro sigue inflamado y que lo mantienen sedado".
La mañana del atropello, la novia de Ender le comentó que había ocurrido un accidente en el lugar donde estaba su hijo; sin embargo, no tenía mayores detalles. "Ella me pasó el video. Pero no lo quise ver. Me quedé nerviosa", recuerda.
"A la 1 de la tarde, me pareció raro que mi hijo no se comunicara conmigo, así que comencé a preguntar por teléfono a sus amigos si sabían algo. Hasta que me pasaron una foto del accidente y ahí estaba él".
Las autoridades aún no han divulgado una lista con la identidad de las víctimas. Sin embargo, extraoficialmente se han conocido algunos nombres de los fallecidos, entre los que habría al menos 5 venezolanos. Entre los heridos también figuran personas de esa nacionalidad.
Ender había regresado a Venezuela en junio del año pasado, después de intentar sin mucha suerte hacer vida en Perú, como les ha ocurrido a tantos otros compatriotas.
"Nos fuimos a Lima en 2018, cuando Ender tenía 17 años", cuenta Elizabeth. "Su papá y yo nos regresamos al año siguiente. Él y sus hermanas se quedaron. Pero cuando las cosas se pusieron difíciles, decidió volver a Venezuela con la idea de emprender algún negocio".
Su motivación principal era proveer a sus tres hijos. Entonces, inició una venta de arroz y pasta por bulto en el mercado de Catia con su amigo Andreivy Contreras, quien también se encuentra entre los heridos del accidente en Brownsville.
Ambos intentaron levantar el comercio, pero desistieron ante la guerra que había entre los vendedores y los colectivos de la zona. Migrar a Estados Unidos se convirtió para ellos en la única salida.
"Ya no podíamos ayudarlo económicamente. Teníamos para medio comer. Así que él vendió su carro y su actual novia vendió su casita. Formaron un grupo de seis personas y en abril se fueron".
Saber que su hijo debía atravesar el Darién era el mayor temor de Elizabeth, por los peligros a los que se exponen los migrantes en la selva que une Colombia con Panamá. Fueron días de angustia.
"Se quedó sin dinero. Perdió la reserva de comida al atravesar el río. Pasó hambre y necesidad. Al final, logramos enviarle $200 para que lograra cruzar a México".
Ender consiguió llegar a Matamoros, ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos. El 30 de abril se entregó a la policía migratoria y estuvo detenido cinco días. Durante ese tiempo, Elizabeth no tuvo noticias de él, hasta que lo liberaron.
"Ese día pensé que mi hijo había salido de todo peligro. Nunca creí que podía pasar algo así. Su plan era trabajar en Texas para reunir dinero y seguir a Nueva York. Lo que él quería era ayudarnos a nosotros y a sus hijos. Es muy duro. Muy frustrante", cuenta.
Hasta ahora, ninguna autoridad se ha comunicado con Elizabeth para ofrecerle apoyo. Ella tiene el pasaporte vencido y esta semana ha estado haciendo gestiones desesperadas para renovarlo. Quiere viajar a Colombia tan pronto le sea posible para solicitar en la embajada de Estados Unidos una visa humanitaria. Pero sin ayuda institucional, todo resuelta cuesta arriba.
Mientras, se aferra a su fe.
"Sólo le pido a Dios que me lo cuide y me lo proteja. En mis oraciones, le digo a Ender que es un guerrero de Dios y que va a estarbien. Él va a salir victorioso".
PURANOTICIA // BBC MUNDO