China, la nación más poblada del mundo, con el ejército y la armada más grandes del mundo, dice que está empezando a sentirse "acorralada" por Estados Unidos y sus aliados en el Pacífico occidental.
China reaccionó con una predecible ira al anuncio oficial, esta semana, del llamado pacto Aukus.
Los detalles, revelados el lunes en San Diego (California), unen a Australia, Reino Unido y EE.UU. en una alianza de defensa y seguridad de gran alcance destinada a enfrentar la expansión militar china en la región del Indopacífico.
"Se dirigen hacia un camino peligroso", "ignoran las preocupaciones de la comunidad internacional" e, incluso, "se arriesgan a una nueva carrera armamentista y proliferación nuclear" son solo algunas de las acusaciones que lanza Pekín contra el trío de aliados occidentales.
Desde que la líder del Congreso de EE.UU., Nancy Pelosi, hiciera su controvertida visita a Taiwán el pasado agosto, China no había expresado una desaprobación tan intensa de las acciones occidentales.
China, la nación más poblada del mundo, con el ejército y la armada más grandes del mundo, dice que está empezando a sentirse "acorralada" por Estados Unidos y sus aliados en el Pacífico occidental.
En respuesta, el presidente Xi Jinping anunció recientemente que China aceleraría la expansión de su gasto en defensa y nombró la seguridad nacional como la principal preocupación de los próximos años.
No es de extrañar entonces que el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, hablara esta semana sobre la peligrosa década que se avecina y la necesidad de prepararse para enfrentar los crecientes desafíos de seguridad.
Entonces, ¿cómo llegamos a este punto? ¿Se está acercando el mundo a un conflicto catastrófico en el Pacífico entre China, EE.UU. y sus aliados?
Occidente se equivocó con China. Durante años hubo una suposición ingenua en los ministerios de Relaciones Exteriores de que la liberalización económica de China conduciría inevitablemente a una apertura de la sociedad y una mayor libertad política.
Se pensó que, a medida que las empresas multinacionales occidentales establecieran empresas conjuntas y cientos de millones de ciudadanos chinos comenzaran a disfrutar de un nivel de vida más alto, seguramente el Partido Comunista Chino (PCC) aflojaría su control sobre la población, permitiría algunas reformas democráticas modestas y se convertiría en un miembro de pleno derecho del llamado "orden internacional basado en normas".
Pero no ha funcionado de esa manera.
Sí, China se ha convertido en un gigante económico, una parte vital e integral de la cadena de suministro global y el socio comercial más importante para países de todo el mundo.
Pero en lugar de combinar esto con un cambio hacia la democracia y la liberalización, Pekín se ha embarcado en un curso que ha alarmado tanto a los gobiernos occidentales como a muchos de sus vecinos, como Japón, Corea del Sur y Filipinas.
¿Qué ha hecho? La lista es larga, pero aquí están los principales puntos de discordia entre China y Occidente: