
Antes siquiera de que el juez terminara de escuchar la sentencia, la líder del ultraderechista Reagrupamiento Nacional francés sabía que su futuro político se había acabado.
"Increíble". Esa fue la única palabra que Marine Le Pen murmuró mientras salía furiosa de un tribunal de París esta mañana.
Abandonó la sala justo antes de escuchar que se le prohibía postularse para un cargo público durante cinco años tras ser declarada culpable de malversación de fondos de la Unión Europea, lo que casi con seguridad le impedirá presentarse a las elecciones presidenciales francesas de 2027.
Antes siquiera de que el juez terminara de escuchar la sentencia, la líder del ultraderechista Reagrupamiento Nacional francés sabía que su futuro político se había acabado.
No habría apelación. La prohibición de presentarse a un cargo público era real e inmediata.
Horas después, en una entrevista, la dirigente aseguró que la sentencia es "una decisión política" para impedir su candidatura en 2027 y dijo que era propia de "regímenes autoritarios".
La condena a cuatro años de prisión, de los cuales dos serán suspendidos, quedará en suspenso mientras se tramita la apelación.
Pero sus planes políticos están muertos.
La incredulidad de Le Pen quizás se entienda mejor en el contexto del momento.
En todo el mundo político francés se había establecido una especie de consenso de que el tribunal no podría imponerle un castigo como el que finalmente recibió.
No solo lo dijeron los seguidores de Le Pen. Sus enemigos, desde Jean-Luc Mélenchon en la extrema izquierda hasta el primer ministro François Bayrou en el centro y el ministro de Justicia, Gérard Darmanin, en la derecha, estuvieron de acuerdo.
Pero estaban todos equivocados. El juez dijo que la ley era la ley.
De hecho, la ley ha sido endurecida recientemente por los mismos políticos que ahora se quejan de su aplicación para imponer penas más severas por la malversación de fondos públicos. El juez vino a decir, en pocas palabras, que los políticos deben tragarse su propia medicina.
Quizás Marine Le Pen fue ingenua al no prever este resultado. Ciertamente, parece que su partido, Reagrupamiento Nacional (RN), no estaba preparado en absoluto para ello.
Así que, mientras se reunían en una sesión de emergencia después del veredicto, sus líderes se encontraban ante un dilema.
¿Deben seguir con sus planes como si todavía fuera posible que Marine Le Pen se presente en 2027?
En teoría, todavía existe una (pequeña) posibilidad. Ella ha presentado una apelación, que podría acelerarse y llevar a un veredicto en la primavera de 2026.
Una decisión diferente en la audiencia de apelación podría reducir el período de inelegibilidad de Le Pen, o eliminarlo por completo, en cuyo caso aún podría presentarse. Pero las posibilidades de que eso suceda parecen escasas.
O, ¿deberían los líderes del RN proceder con el plan B, y nombrar al presidente del partido, Jordan Bardella, como candidato a la presidencia en lugar de Marine Le Pen?
Esa podría ser una evaluación más realista de lo que se avecina. Pero recurrir a Bardella demasiado rápido sería indecoroso. Y no todos en el partido son fanáticos partidarios de este joven dirigente.
Por la noche, en su aparición televisiva, Marine Le Pen dijo que no tenía planes de retirarse de la escena política. La decisión parece haberse tomado.
Le Pen denunció lo que llamó una decisión "política" del juez y una "violación del Estado de derecho", y pidió un juicio de apelación rápido, para que su nombre quede limpio y su inhabilitación levantada a tiempo para la votación de 2027.
"Hay millones de franceses que creen en mí. Durante 30 años he luchado contra la injusticia. Es lo que seguiré haciendo hasta el final", dijo.
Palabras combativas, para una dirigente que enfrenta un futuro que parece muy incierto. Y hay muchas preguntas sin respuesta.
¿Cuál, por ejemplo, será el efecto de la decisión judicial en el voto de RN?
A corto plazo, podemos esperar un clamor y un impulso al apoyo del partido. ¿Por qué? Porque lo que ha sucedido encaja perfectamente en la narrativa de RN de que la derecha populista es víctima del "sistema".
Probablemente, nadie que vote por RN le reprocha seriamente a Marine Le Pen el financiamiento ilegal de su partido utilizando fondos del Parlamento Europeo por el que ha sido condenada. Todos saben que prácticamente todos los partidos políticos franceses han recurrido a métodos turbios similares en el pasado.
Del mismo modo, su castigo "draconiano" – la prohibición de presentarse a la presidencia – se interpretará como una insignia de honor: prueba de que ella sola se enfrenta a los poderes fácticos.
A largo plazo, sin embargo, el impulso puede no ser tan poderoso. La verdad es que Marine Le Pen es un gran activo para RN. Esta mujer curtida en mil batallas, sentimental y amante de los gatos, es muy querida por sus seguidores, que sienten una cercanía personal con ella.
Jordan Bardella también es una figura popular, pero con solo 29 años, es difícil verlo suplir su ausencia. Si Marine Le Pen no puede presentarse en 2027, RN pierde gran parte de su atractivo.
Lo que es seguro es que muchos aspirantes a candidatos de la derecha de otros partidos, como Laurent Wauquiez o Bruno Retailleau, por ejemplo, verían en una candidatura de Bardella una gran oportunidad para ellos mismos.
La otra incógnita es la venganza.
Marine Le Pen sigue siendo miembro de la Asamblea Nacional, donde lidera un bloque de 125 diputados, el más grande del parlamento. Hasta ahora había sido benigna con el asediado primer ministro Francois Bayrou, que lucha a pesar de no tener mayoría.
Esos días pueden haber terminado.
¿Por qué deberíamos hacerle favores a nadie ahora?, estarán diciendo en la sede de RN. ¿Por qué no derribar la casa?
(Imagen: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO