Esval asegura que condición actual del embalse que abastece de agua potable a 1 millón de personas del Gran Valparaíso es “muy positiva”

La sequía ha sido un problema que por décadas ha afectado a la Región de Valparaíso y al país, en general. La zona, ya el 2020, registraba un déficit de lluvias del 36,8%, que incluso en algunas áreas de la región alcanzaba el 70%, y en 2022 un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertaba del avance de un proceso de desertificación hacia este sector del país.

El reporte de la ONU advertía, en concreto, que nuestro territorio está afectado por una sequía y desertificación profunda, haciendo 97 referencias a Chile en sus 3.949 páginas, destacando que los eventos de sequía en el centro del país subirán de 1 a 5 cada 100 años, que la escasez de nieve en la cordillera continuará, que las condiciones climáticas favorecerán los incendios forestales, que las zonas climáticas que habitualmente se conocen como zonas mediterráneas se irán desertificando y que el patrón de lluvia abordará principalmente el sur del país.

LEER TAMBIÉN: Expertos advierten que Petorca y el Valle del Aconcagua serían las zonas que sufrirán más los impactos del fenómeno de la Niña

A mediados del año pasado, el nivel de llenado de los embalses en la Región de Valparaíso presentaba un promedio ponderado del 25,6% de la capacidad de los mismos. El embalse Los Aromos -que es el principal respaldo del Gran Valparaíso y Litoral Norte- estaba al 19,5% de llenado; el embalse Peñuelas en un nivel del 0% de su capacidad total y el tranque La Luz alcanzaba el 60,2%.

Sin embargo, las lluvias ocurridas el año pasado, entre otras cosas, como la conducción de una tubería reversible de Los Aromos-Concón que permitió llevar agua al embalse cambiaron el panorama para la Región de Valparaíso en torno a sus reservas de agua para este 2024. 

Alejandro Salas, gerente regional de Esval, señaló que “gracias a las lluvias de 2023, el apoyo de los regantes y las inversiones realizadas por Esval, el embalse Los Aromos presenta una condición muy positiva y que contrasta con la que vimos durante largos años de sequía en la zona”.

En concreto, precisó que “hoy contamos con más de 32 millones de m3 de agua, es decir, más de 10,7 millones de metros cúbicos que a la misma fecha del año anterior”.

El ejecutivo explicó por qué se dio vuelta el escenario para este año, considerando lo complicada que estaba la situación hace seis meses. “La conducción reversible Aromos-Concón permitió aportar con un 70% del llenado la temporada anterior y marca la forma en que se opera, con recargas cuando hay más disponibilidad de agua y la utilización de Aromos cuando no existe la misma. De este modo, esta inversión de $28.000 millones, que hemos realizado, ha resultado clave para mantener la continuidad del suministro”. 

Sin embargo, debido al cambio del fenómeno del Niño por el de la Niña este año, Salas se mantiene cauto: “Aún en esta mejor condición, la sequía sigue presente. Los pronósticos hablan de una alta posibilidad de que llegue La Niña, por lo que las lluvias podrían disminuir y el uso eficiente del recurso sigue siendo importante".

Es que según diversos expertos las zonas más impactadas por la disminución de temperaturas y la disminución de precipitaciones será el interior de la región, aunque hay otros que señalan que esto podría significar una mayor acumulación de nieve en la cordillera y, por tanto, mayores reservas de agua que se van a ir desprendiendo con menor velocidad por los fríos, lo que posibilitará su mejor aprovechamiento desde el Río Aconcagua. De cualquier forma, más allá de las reservas en números azules, lo importante será no olvidar el informe de la ONU que habla de una desertificación para la zona, a largo plazo. 

PURANOTICIA