Jueves 25 de marzo de 2021 08:02

La columna de la senadora Isabel Allende: Valparaíso necesita un plan especial

"El otrora bullente puerto ha sido reemplazado durante las últimas décadas por la automatización de sus principales faenas, y no hemos sido capaces de tomar las decisiones de manera correcta y oportuna", reconoció la legisladora PS.

Columna de opinión: Isabel Allende, senadora por la región de Valparaíso y vicepresidenta del Partido Socialista.

Durante las últimas semanas hemos visto cómo en varios medios de comunicación, así como también algunos personeros y actores políticos del nivel central, han opinado sobre la situación económica y social de la capital de la región de Valparaíso. Lo cierto es que con más o menos luces describen un panorama que da cuenta de una ciudad que agoniza, pero de la que todos parecen olvidar su principal fortaleza, esto es su gente.

En efecto, nadie puede desconocer la difícil situación por la que atraviesa el que fuera el puerto principal de Chile, y que durante los últimos años se ha acrecentado tanto por efecto de las manifestaciones del año 2019 -que terminaron con varios locales comerciales cerrados- pero principalmente, por los efectos negativos que la pandemia y la crisis sanitaria ha dejado, no sólo en esta ciudad, sino en todo el país y el mundo.

Valparaíso no depende de manera exclusiva de su comercio, aunque el cierre de muchos establecimientos es sin duda un indicador de la crisis económica que vive. El otrora bullente puerto ha sido reemplazado durante las últimas décadas por la automatización de sus principales faenas, y no hemos sido capaces de tomar las decisiones de manera correcta y oportuna, que lo vuelvan a situar en esa posición de punta en el desarrollo portuario. Valparaíso es una "Ciudad Puerto" y por tanto, en este concepto deben convivir el desarrollo de múltiples realidades y actividades que se potencien unas a otras.

Valparaíso también es una ciudad de servicios y, qué duda cabe, una ciudad turística, pero tampoco hemos sido capaces de dar a esta actividad, ni a la que se genera en torno a la educación superior, como tampoco a sus grandes atractivos patrimoniales y arquitectónicos, la importancia que se merecen.

Han habido grandes anuncios, como los de un tren rápido, del mejoramiento de sus accesos y principalmente de la ruta 68, de una gran inversión en infraestructura de salud, o un eventual muelle de cruceros. También de la densificación de su zonal central o plan, y lo cierto es que lo único que se vislumbra con ciertas certezas –pero solo en el papel- es el denominado Paseo Barón, que hoy por hoy también se encuentra retrasado.

Cuando hablamos -y nos incluimos en la crítica como responsables- decimos que desde el Estado, Valparaíso hace muchos años que no recibe la atención y la inversión pública que requiere. Esto no es una lucha de poderes, ni menos aún una simple discusión política entre dos posiciones, pues muchos parecen olvidar que en medio de estas declaraciones cruzadas, existen personas y familias que no lo pasan bien, y que ven como la inacción invade a las distintas autoridades en un abandono casi terminal.

Nos sorprende que desde el Estado y el Gobierno no se ha creado un plan especial para Valparaíso, como aquellos que se han implementado en otras zonas del país años atrás, en situaciones similares, y que han convocado una serie de políticas e instrumentos con la finalidad de sacar adelante y darle esperanza a los habitantes del territorio respectivo.

Recordamos como el propio Presidente de la República realizó el lanzamiento del denominado Plan de Desarrollo de la región de Valparaíso, que en un horizonte de cuatro años debía implementarse al menos en un 50% con una inversión total de cerca de 8 mil millones de dólares. Es cierto que nos encontramos frente a un imprevisto sanitario de envergadura mundial, pero no vemos en el Gobierno, la urgencia de sacar adelante la región, los proyectos anunciados, ni mucho menos a su capital regional.

Valparaíso requiere hoy y ahora un plan especial en el que el Estado implemente medidas desde cada uno de los ministerios, de manera mancomunada y coordinada para que permita la realización de inversión pública tanto en infraestructura como en desarrollo de personas, y que hagan posible que esta comuna histórica pueda abandonar las cifras negras que hoy la oscurecen.

Esta ciudad tiene una vocación productiva innegable, pero ésta debe también aprender a convivir con otras, pues la experiencia de grandes puertos en otros lugares del mundo nos demuestra que es posible.

No podemos seguir haciendo diagnósticos, ni menos aún seguir describiendo el eventual estado de desahucio de esta gran ciudad a partir de discursos o reportajes, pues en cada uno de sus cerros, las porteñas y los porteños están más vivos que nunca y quieren devolverle a su puerto la categoría mundial que siempre lo caracterizó.

PURANOTICIA

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