Viernes 13 de enero de 2023 15:37
"Los sonidos de torturas continuaron durante horas": La brutal carta de una joven desde dentro de una de las cárceles de Irán
En una carta escrita desde la prisión de Evin, Sepideh Qolian, describe el trato brutal que reciben tanto ella como otros detenidos por parte de los interrogadores.
Una de las activistas femeninas más destacadas de Irán ha descrito cómo se obliga a los prisioneros a confesar en una prisión iraní.
Sepideh Qolian cumple una condena de cinco años tras ser declarada culpable en 2018 de actuar "contra la seguridad nacional" por apoyar una huelga.
En una carta escrita desde la prisión de Evin a la que tuvo acceso la BBC, describe el trato brutal que reciben tanto ella como otros detenidos por parte de los interrogadores.
Esas confesiones forzadas se transmiten después por la televisión estatal.
"Este es el cuarto año de mi encarcelamiento. Finalmente puedo escuchar los pasos de la liberación en todo Irán", se lee en la carta, en referencia a las actuales protestas antigubernamentales que recorren el país.
"Los ecos del lema 'Mujer, Vida, Libertad' pueden escucharse incluso a través de los gruesos muros de la prisión de Evin".
Actualmente Qolian estudia derecho en prisión.
En su carta, describe cómo el ala "cultural" de Evin, donde realiza sus exámenes, se ha convertido en un edificio de "torturas e interrogatorios".
Y dice que ha sido testigo de cómo interrogaban a jóvenes detenidos allí.
También niños y adolescentes
"La sala de examen está llena de niños y niñas y se escuchan los gritosde los torturadores", escribe.
Qolian describe una escena que presenció el 28 de diciembre de 2022 cuando la llevaron al ala para su examen.
"Hace un frío helado y nieva, cerca de la puerta de salida del edificio, un niño con los ojos vendados y vestido únicamente con una delgada camiseta gris está sentado frente a un interrogador.
"Está temblando y suplicando: 'Juro por Dios que no le pegué a nadie'. Quieren que confiese. Al pasar grito: 'No confieses' y 'Muerte tiranos'".
Hasta el momento, al menos 519 manifestantes, incluidos 69 niños, han sido asesinados y 19.300 arrestados, según la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos (HRANA). Miles han sido encarcelados.
Penas de muerte
Los iraníes protestan frente a la prisión para detener las ejecuciones.
Muchos de los arrestados se enfrentan a la pena de muerte y hasta el momento cuatro manifestantes han sido ahorcados después de que sus confesiones fueran mostradas en la televisión.
Activistas de derechos humanos y abogados dicen que sus juicios se llevaron a cabo sin representación legal y después de que los acusados fueran torturados.
Las autoridades niegan estas afirmaciones.
Desde el inicio de las protestas masivas en septiembre del año pasado, se han difundido decenas de confesiones forzadas de manifestantes detenidos.
En su carta, Sepideh Qolian recuerda su propio interrogatorio y confesión forzada en 2018, después de que la arrestaran por apoyar la huelga y protesta de los trabajadores en una fábrica de azúcar en la provincia iraní de Juzestán.
Qolian describe haber sido interrogada por una mujer que esperaba que fuera más suave con ella que sus interrogadores masculinos y "al menos no me agrediría sexualmente".
Pero escribe que sus esperanzas duraron poco: la interrogadora "pateó el escritorio y gritó 'puta comunista, ¿con quién te acostaste?'".
En diciembre del año pasado, Narges Mohammadi, una activista de derechos humanos que cumple una condena de 34 años de prisión, hizo un recuento detallado de cómo las mujeres arrestadas en las recientes protestas están siendo abusadas sexualmente en prisión.
Qolian dice que su interrogadora le levantó la venda de los ojos y le ordenó que describiera sus supuestas relaciones sexuales ante la cámara.
Qolian se negó a cooperar.
Explica que después de horas de ser interrogada, rogó que la llevaran al baño.
Una vez que llegaron a los baños de mujeres, la interrogadora la empujó adentro y la encerró.
El baño en el que quedó encerrada estaba dentro de una sala de interrogatorios.
Podía escuchar cómo un hombre estaba siendo torturado y azotado.