La ciudad de Janaozen, en la provincia de Mangystau, en el suroeste de Kazajistán, se convirtió en uno de los principales focos de los disturbios actuales.
Esta ciudad también fue un punto de acceso durante las grandes protestas anteriores: en 2011, al menos 14 trabajadores petroleros murieron en una represión policial contra una protesta por las condiciones salariales y laborales. Más de 100 resultaron heridos.
Ahora, una vez más, Janaozen se convirtió en un centro de protesta y allí los activistas han presentado cinco demandas principales:
El politólogo Grigorii Golosov, de la Universidad Europea de San Petersburgo, le dijo a BBC Rusia que al tomar las calles la gente encontró una manera de ser escuchada.
Con la situación en Kazajistán cada vez más volátil, los manifestantes se niegan a salir de las calles, pero la policía no responde con mano dura.
Por ahora, las autoridades parecen estar tratando de resolver la crisis sin recurrir a una severa represión.
"Parece que el presidente Tokaev está tratando de fortalecer su autoridad pero siendo liberal al mismo tiempo. Es realmente difícil predecir si esto funcionará", dice Golosov.
Otro experto con el que habló la BBC, Alexander Baunov, del Centro Carnegie de Moscú, tiene una visión diferente.
En su opinión, Kazajistán no es un aliado tradicional de Occidente y, como resultado, los líderes occidentales optarán por interpretar estos eventos como "un levantamiento democrático contra un gobierno opresor".
"Será difícil para los líderes occidentales no apoyar a los manifestantes y para las autoridades kazajas no responder. Es probable que estas protestas acerquen Kazajistán a Moscú a largo plazo".
Diana Kudaibergenova, investigadora de la Universidad de Cambridge, dice que hay indicios de que las autoridades kazajas intentarán resolver la situación de forma pacífica.
"Una forma de terminar esto pacíficamente es que el presidente se siente a la mesa de negociaciones con algunos de los manifestantes y que la gente vea que sus voces están representadas".
Como importante exportador de gas, petróleo y minerales, Kazajistán debe prestar atención a la confianza de los inversores. La estabilidad política es un factor clave para preservarla.
Al mismo tiempo, parece que muchas personas en el país están cansadas de vivir a la sombra del ex presidente Nazarbáyev y están listas para luchar por un cambio genuino.
La agitación dentro de Kazajistán sin duda afectará al resto de la región.
Algunos de los medios de comunicación estatales rusos ya han expresado su opinión de que las protestas fueron instigadas por "las fuerzas de Occidente".
La Casa Blanca pidió el miércoles a las autoridades kazajas que actúen "con moderación" frente a los manifestantes, y dijo que deberían poder "expresarse pacíficamente" contra el gobierno.
La secretaria de prensa del gobierno estadounidense, Jen Psaki, calificó de "locas afirmaciones rusas" las acusaciones de que están incitando a las protestas, agregó que son "absolutamente falsas" y que "claramente forman parte del manual ruso estándar de estrategias de desinformación".
Las relaciones de EE.UU. y Rusia están bajo tensión tras las amenazas de nuevas sanciones de Washington a Moscú ante una eventual invasión a Ucrania.
A última hora del miércoles, Tokaev anunció que había pedido ayuda a Rusia para controlar los disturbios.
"Hoy hice un llamamiento a los jefes de los Estados de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) para que ayuden a Kazajistán a superar esta amenaza terrorista", dijo el presidente en la televisión estatal.
La OTSC es una alianza militar liderada por Moscú que también integran otras ex repúblicas soviéticas, que rápidamente respondió que enviará "fuerzas de mantenimiento de la paz".