Miércoles 20 de septiembre de 2023 19:27
La lucha por extraditar a un cura italiano acusado de tortura durante la dictadura en Argentina
El religioso llamado Franco Reverberi ahora tiene 85 años y siempre ha mantenido su inocencia.
"Cuando vi entrar a Franco Reverberi, el cura de mi pueblo, fue el momento cuando pensé que iba a morir", recuerda Mario Bracamonte.
El hecho de que un clérigo lo visitara en su celda de prisión en San Rafael no era ningún consuelo.
"Yo estaba tirado en el suelo empapado de sangre después de una noche de tortura. Él entró vestido con su uniforme militar y me miró impasible. No lo podía creer".
Mario Bracamonte fue uno de los miles de argentinos que fueron secuestrados por los militares tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
La junta militar encabezada por Jorge Videla que tomó el poder persiguió a cualquiera que se opusiera al gobierno de facto y grupos de derechos humanos estiman que 30.000 personas fueron asesinadas antes de la transición a la democracia, en 1983.
Mario, quien entonces tenía 28 años, había terminado en el punto de mira de los militares por su activismo de izquierda.
Como miles de personas antes y después de él, fue llevado a un centro de detención clandestino donde quienes eran percibidos como opositores al régimen eran torturados, lejos de miradas indiscretas.
Muchos murieron, algunos en "vuelos de la muerte", durante los cuales las víctimas eran drogadas y arrojadas al mar desde helicópteros y aviones mientras aún estaban vivas.
Mario sobrevivió. Tras ser trasladado a otros centros clandestinos de detención en Mendoza y La Plata, finalmente fue liberado el 4 de marzo de 1977, casi un año después de su detención.
Su esposa Tití, quien había estado recluida en el mismo centro de detención de La Departamental en San Rafael, también sobrevivió.
Han estado casados desde antes de ser detenidos, pero no hablaron de su tiempo en cautiverio, ni en público ni entre sí, hasta 2010.
Ese año, Franco Reverberi fue citado a comparecer como testigo en un juicio contra militares acusados de crímenes cometidos durante la dictadura.
En el marco de ese juicio, cuatro exdetenidos, entre ellos Mario Bracamonte, declararon que el padre Franco Reverberi, de nacionalidad italiana, había frecuentado habitualmente el centro clandestino de detención.
Dijeron que en lugar de ayudar a los prisioneros, él veía cómo los torturaban, a veces sosteniendo una Biblia mientras les decía que era la voluntad de Dios que proporcionaran a sus torturadores la información que buscaban.
Tras el testimonio de los cuatro exdetenidos, el sacerdo quien ha negado haber actuado mal, fue acusado en octubre de 2010.
No fue el primer miembro del clero católico acusado de colaborar activamente con la junta militar argentina.
En 2007, Christian von Wernich, un sacerdote católico que trabajaba como capellán de la policía en la provincia de Buenos Aires, fue declarado culpable de complicidad en siete asesinatos y decenas de secuestros y casos de tortura.
Fue condenado a cadena perpetua.
Sin embargo, Franco Reverberi nunca compareció ante el tribunal. El sacerdote italiano tomó un vuelo a su país de origen en mayo de 2011.
Así que cuando fue citado en junio de ese año para dar su versión de los hechos ante un tribunal, estaba fuera del alcance del poder judicial argentino.
Se instaló en Sorbolo, un pequeño pueblo del norte de Italia de donde había emigrado la familia del sacerdote cuando él sólo tenía 11 años.
Allí celebra misa con regularidad y muchos de los 10.000 habitantes de la ciudad prefieren no hablar de las acusaciones que se han formulado contra el sacerdote.