Jueves 30 de marzo de 2023 11:05
Cómo la crisis en Israel se volvió una batalla por la identidad del país
Las protestas y huelgas sin precedentes se apoderaron de Israel el lunes, el punto culminante de meses de disidencia por los planes del gobierno para retirar el poder de los jueces de Israel.
Mientras las llamas envolvían los neumáticos derretidos en la carretera principal de Tel Aviv, los médicos abandonaban los hospitales y el principal aeropuerto de Israel permanecía cerrado, Benjamin Netanyahu mantenía en espera al país.
Las protestas y huelgas sin precedentes se apoderaron de Israel el lunes, el punto culminante de meses de disidencia por los planes del gobierno para retirar el poder de los jueces de Israel.
Así, con una nación en crisis, todas las partes estaban esperando que el primer ministro tomara medidas.
Cuando finalmente apareció en la televisión nacional, maximizando el impacto con un discurso en vivo en el inicio de los programas de noticias nocturnos, comenzó comparando su posición con una historia sobre el rey Salomón.
Así como el monarca bíblico tuvo que juzgar cuál de las dos mujeres rivales era la verdadera madre amorosa de un bebé, él había tomado su propia decisión sobre las dos partes que disputaban sus reformas.
Anunció que pondría una pausa en los cambios judiciales hasta la próxima sesión del parlamento y dijo que "extendería la mano" para un "compromiso" y "diálogo" con los opositores parlamentarios.
El anuncio parece haber hecho lo suficiente para evitar, por ahora, el empeoramiento de la crisis y para dar a la oposición oficial espacio para decir que cumplirán su palabra de lograr un compromiso negociado.
También ha dividido al enorme movimiento que estaba haciendo campaña contra las reformas: los principales partidos de la oposición en el parlamento dieron una cautelosa bienvenida a su decisión, mientras que los líderes de las manifestaciones callejeras lo denunciaron como un congelamiento temporal para poner en duda a los críticos.
Y prometieron continuar con las protestas.
Pero los problemas mucho más importantes que subyacen a esta crisis -los judíos israelíes profundamente divididos sobre el papel de la religión y el Estado, la peligrosa fragilidad de los controles del poder del gobierno y un vacío total de horizontes políticos para un futuro compartido con los palestinos-, siguen sin resolverse y solo se están agravando más.
Netanyahu continuó con su metáfora: así como una madre no estaba dispuesta a ver que el rey Salomón cortaría a su bebé en dos, él tampoco estaba dispuesto, dijo, a dividir al país.
Muchos de sus críticos señalan, sin embargo, que en realidad el primer ministro tuvo meses para diluir o detener las cuestionadas reformas que inició.
Lo acusan de dejar que el país llegara, en primer lugar, al punto de ebullición.
Para Netanyahu, sus palabras tenían una clara implicación: una minoría entre sus opositores tiene la culpa de la crisis y están preparados para cortar al bebé por la mitad.
Dijo que estaba allí para actuar con responsabilidad. "No estoy dispuesto a dividir la nación en dos", indicó.
El discurso parecía diseñado para llamar la atención sobre las líneas divisorias, mientras le daba a Netanyahu un aire de ser el único que podía salvar al país de sí mismo.
Divisiones profundas
Las protestas se intensificaron después de que Netanyahu regresara al poder a fines del año pasado, liderando el gobierno nacionalista más derechista en la historia de Israel y prometiendo frenar los poderes de la rama judicial.
Organizó una alianza de partidos de extrema derecha para obtener los números de la coalición y así regresar al poder, y en esta crisis se ha vuelto cada vez más dependiente de ellos.
Los cambios judiciales le habrían dado al gobierno control total sobre el comité que nombra a los jueces y, en última instancia, despojaría a la Corte Suprema de poderes cruciales para anular la legislación que considere efectivamente inconstitucional.
Los planes desencadenaron una de las mayores disputas políticas y sociales de la era moderna de Israel, gran parte de las cuales se basan en los temores de los opositores de que el gobierno ultrarreligioso y de extrema derecha de Netanyahu están acelerando al país hacia un régimen teocrático.
Otros señalan que los cambios podrían, en última instancia, ayudar a proteger a Netanyahu de su juicio por corrupción, una acusación que él rechaza.
Quienes apoyan las reformas dicen que éstas detendrán el "excesivo alcance" de los jueces a los que han acusado de actuar políticamente en contra de los intereses de su agenda nacionalista que, dicen, está respaldada por la mayoría de los israelíes.
Pero la oposición se extendió hasta las filas de los reservistas militares, lo que provocó que los jefes de seguridad advirtieran a Netanyahu que la disidencia estaba afectando la capacidad operativa de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Esto llevó al ministro de Defensa, Yoav Gallant, a instar públicamente a detener las reformas. Posteriormente Netanyahu lo despidió, lo que provocó la crisis del lunes.
Alto el fuego
Gran parte de la demora para que Netanyahu hablara el lunes se debió a que estaba negociando con los ministros de extrema derecha en su coalición, para establecer el precio para que acordaran detener las reformas.
Eso quedó claro el lunes por la noche, cuando el ministro de Seguridad Nacional de extrema derecha, Itamar Ben-Gvir, del partido Otzma Yehudit (Poder Judío), dijo que ahora seguiría adelante con sus planes para una "guardia nacional", aparentemente financiada por parte de un presupuesto multimillonario.
Esta sería una fuerza armada desplegable que le responda directamente a él, la cual ha descrito anteriormente como una fuerza destinada a sofocar problemas en las ciudades judías y árabes "mixtas", o en áreas de alta criminalidad entre ciudadanos palestinos de Israel.
Sus opositores, e incluso partes de la policía israelí, lo ven como una milicia privada.
Berti Ohion, exjefe de operaciones policiales, dijo el martes que tal fuerza crearía un "caos", con dos cuerpos de seguridad operando en la misma zona.
Los antecedentes políticos de Ben-Gvir surgen entre los seguidores de un violento movimiento supremacista judío que está prohibido en el parlamento israelí.
Tiene condenas anteriores por incitación racista, antipalestina y apoyo a un grupo terrorista.
Sus propios partidarios se manifestaron frente al parlamento israelí el lunes por la noche, y más tarde se filmó a grupos de extrema derecha atacando a transeúntes palestinos.
Mientras tanto, los palestinos en Cisjordania ocupada creen que los colonos israelíes se sienten ahora más envalentonados que nunca por la presencia de sus partidos ultranacionalistas en el gobierno de Israel, una atmósfera que ayuda a alimentar el reciente aumento de ataques de colonos.
A medida que la crisis política del lunes se intensificaba en Jerusalén, seis palestinos resultaron heridos en un ataque contra viviendas y vehículos en la ciudad cisjordana de Hawara.
La semana pasada, dos soldados israelíes resultaron heridos allí en un tiroteo desde un vehículo palestino.
La ciudad fue el escenario de disturbios por parte de colonos armados el mes pasado, que dejó un hombre muerto y cientos heridos, luego de que dos israelíes murieran a tiros por un palestino armado.
El ministro de Finanzas de extrema derecha, Bezalel Smotrich, llamó más tarde a que la ciudad fuera "aniquilada".
Los residentes le dijeron a la BBC en ese momento que las fuerzas de seguridad de Israel se mantuvieron al margen, algunas dispararon granadas aturdidoras y gases lacrimógenos contra las víctimas del ataque mientras protegían a los colonos.
Algunos manifestantes antigubernamentales israelíes compararon el uso de la fuerza de la policía contra ellos con su falta de acción contra los colonos de Cisjordania.
"¿Dónde estabas en Hawara?", les gritaron a las fuerzas de seguridad en Tel Aviv.
Las manifestaciones le han dado un papel a la izquierda israelí y los restos del "campo de la paz", pero no ha sido muy prominente.
De hecho, al comienzo de las protestas, algunos manifestantes atacaron a otros que portaban banderas palestinas.
En cambio, los principales grupos de oposición afirman que esta avalancha de israelíes laicos y en su mayoría liberales es la verdadera demostración del sionismo, el patriotismo y la democracia.
Las manifestaciones estaban llenas de banderas israelíes. El líder de la oposición, Yair Lapid, comenzó a referirse a la coalición religiosa y de extrema derecha de Netanyahu como "antisionista" y una peligrosa amenaza para la seguridad nacional.
Esta es una batalla por la identidad del Estado.
Sin un cronograma detallado sobre la promesa de Netanyahu de parar las reformas o para las aparentes negociaciones, su discurso del lunes marca solo un alto el fuego; la lucha está lista para reanudarse.
PURANOTICIA // BBC MUNDO